▶ Orad juntos dando gracias por vuestras experiencias y pidiendo a Dios que os ayude en las áreas que cada uno necesite.
▶ Orad juntos por poder aprender nuevos aspectos acerca de Dios, y porque vuestra relación con Dios sea más profunda y se fortalezca.
Lucas 15:11-32
11También dijo: Un hombre tenía dos hijos;
12y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.
13No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.
14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.
15Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.
16Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.
17Y volviendo en sí, dijo: !!Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!
18Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.
19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.
20Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.
22Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies.
23Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta;
24porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.
25Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas;
26y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello.
27Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano.
28Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase.
29Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.
30Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo.
31Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas.
32Mas era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este tu hermano era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.
Versión Reina-Valera 1960 © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988.
¿Cómo se ve el hijo menor a sí mismo? ¿Y el hijo mayor? ¿Qué esperan de su padre? ¿De qué manera supera el padre sus expectativas?
Las palabras «servir» y «siervo» aparecen varias veces. ¿Qué nos dice esto acerca de la forma de pensar de los hijos?
¿Qué simbolizan el anillo y el vestido? ¿Qué nos quiere decir Jesús con esta parábola (¡también a los cristianos!) sobre el corazón del Padre?
¿Te sientes más como siervo de Dios, o como hijo/hija? ¿Hay situaciones en que una de estas sensaciones predomine?
¿Crees que tu Padre Celestial realmente quiere que tengas lo que deseas de todo corazón (Salmo 37:3-4)? ¿Hay áreas en tu vida en las que dudes de esto? Dile en oración lo que anhelas (individualmente).
▶ Orad siguiendo Efesios 3:16-19 en grupos de 2 o 3. Orad por que vuestro Padre Celestial os llene más de su amor y os dé un entendimiento más profundo del mismo.
▶ Pasad un tiempo de adoración en vuestro grupo. ¡Cantad canciones que expresen el amor de Dios hacia nosotros y dejad que su gracia nos toque! (Por ejemplo “Good Good Father” por Chris Tomlin).
▶ Take some time to worship in your group. Sing songs that express God’s love to you and let yourselves be touched by God’s grace! (e.g: “ Good Good Father ” by Chris Tomlin)
Jesús contó esta parábola para desvelar algo acerca del corazón de nuestro Padre Celestial.
El hijo menor estaba convencido de que ya no era digno de ser considerado como hijo por su padre. Desde su punto de vista, su padre tenía todo el derecho del mundo a decirle: «Sí, tú te has buscado la situación en la que te encuentras. Ahora, aprende primero a servir y a trabajar».
El hijo mayor, a diferencia de su hermano, no había hecho nada malo. Pero también se veía a sí mismo como siervo de su padre. Sin decirlo, esperaba una señal de reconocimiento y benevolencia por realizar su trabajo obedientemente.
Esto se ajusta bastante bien a la perspectiva «normal» del mundo. Corremos a pensar: «si fracasas, has perdido y debes redimirte a ti mismo». Ya sea de forma consciente o inconsciente, a menudo pensamos que para recibir el favor de Dios, para ser aceptados y amados por Él, debemos hacer algo.
Sin embargo, el padre corrigió la manera de pensar de ambos hijos. ¡Jesús
nos quiere mostrar, con esto, que el Reino Celestial se rige por principios
distintos! Sin que nadie lo esperase, el padre dijo: «Pronto; traed la mejor
ropa y vestidlo, y poned un anillo en su mano y sandalias en los pies». El
hijo menor probablemente apestaba mucho y no llevaba el mejor de los
vestidos; su padre no quería que se sintiese avergonzado entrando en casa de
esa manera.
El corazón paternal de Dios es igual: no quiere que estemos
al desnudo, en nuestra vergüenza. Aún va más allá: somos amados, aceptados y
escogidos incondicionalmente. Como hijos e hijas suyos, tenemos acceso
permanente a sus tesoros celestiales: «Todo lo que tengo es tuyo» (Lucas
15:31, Efesios 1:3). Ya sea sabiduría, amor, poder, perdón, sanación, gozo,
consuelo, esperanza, fe o coraje. Recordad este otro principio celestial: si
pedimos, ¡Dios provee gustosamente! (Mateo 7:7-11).
Dios incluso nos da
la autoridad espiritual de Jesús en el momento en que le aceptamos como
Señor y Salvador. El símbolo de esto es el anillo. Este es un principio
importante en el Reino Celestial: si en lo más hondo de tu corazón sabes que
eres hijo/a de Dios, tendrás paz. De ahí comenzarán a fluir la vida, el amor
y el poder de Dios. Pero si no estás seguro del amor de Dios por ti, la
confusión, la duda, el miedo, la frustración, la tristeza y la pena
encontrarán el camino a tu vida. ¿Te ves a ti mismo como hijo/a de Dios, o
como su siervo/a?
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